PRESENTACIÓN

Queridos amigos y hermanos, este blog tiene por finalidad compartir con ustedes herramientas e ideas sobre comunicación para las comunidades...

viernes, 1 de junio de 2012

La libertad de los hijos de Dios y la comunicación parroquial

¿Como están,  amigos?  Seguramente, el clima otoñal nos ayuda a parar un momento en el desarrollo normal de las actividades, y ponernos a reflexionar un momento, a mitad de camino en el año, y poder ver como potenciar nuestro trabajo para el resto del año.

En este marco, quiero proponerles que nos tomemos unos minutitos, para descubrir que lazos existen, entre los inconvienientes que surgen en la comunicación parroquial, y el grado de libertad con el que nos movemos en relación a los demás integrantes de la comunidad.

Un primer aspecto a tener en cuenta, es que muchas veces nos movemos como si no pudiéramos aportar nada nuevo (y esto va muy relacionado con la columna del mes anterior), por temor a cometer errores graves en la forma de realizar nuestras actividades, y ser sancionados, o apercibidos por las autoridades del ámbito, institución, grupo o movimiento, al que pertenecemos. Esta percepción, si bien ayuda a mantenernos dentro de los parámetros de la óptima convivencia y favorecer el bienestar comunitario; cuando es llevada al extremo, es nociva ya que paraliza el surgimiento de nuevas iniciativas, y lejos de ser funcional al grupo humano en el que nos encontramos, lo termina dañando por la tensión individual que genera, y llevándolo a una monotonía perjudicial.

Debemos, claro, reconocer que existen - y deben existir- limites claros a lo que uno hace y deja de hacer en el ámbito parroquial, y que estos están dados, tanto por el responsable de la parroquia (Sacerdote o Congregación a cargo) y por las autoridades que animan la vida parroquial desde la Junta y/o Consejo. Estos límites, no solo ayudan a la paz comunitaria, y al trabajo en conjunto, sino también que son necesarios para el crecimiento personal de todos los que la conforman. Pero estos límites, deben ser comprendidos, aceptados y compartidos con caridad, y esto sobre todo, entre los hermanos que no tengan un rol dirigencial.

Mas allá de los límites explícitos, que figuran en los reglamentos, estatutos y otras formas de organización plasmadas por escrito, nuestras iniciativas deberían pasar por un triple filtro interno, antes de proponerlo al grupo al que pertencemos. Este filtro, debe contemplar:

  • Si nuestras iniciativas (y la forma de expresarlas) mantienen el respeto debido a nuestros hermanos, ya sean autoridades o compañeros de grupo o institución;
  • Si nuestras propuestas se corresponden con el criterio de obediencia que debemos a las autoridades de la comunidad parroquial, y de la institución y/o movimiento al que pertenecemos;
  • y si nuestros proyectos, apuntan y favorecen el camino de comunión que entre todos debemos construir en nuestra parroquia.

En síntesis, parafraseando una vieja frase, podriamos decir que debemos recordar que “mis derechos comienzan donde empiezan mis responsabilidades”; esto también es aplicable a nuestra participación en la vida parroquial, y muchas veces, al omitirla por olvido o desconocimiento, estamos dañando, a la comunidad parroquial. Y como queremos a la comunidad, y trabajamos por ell, debemos tenerla bien presente.

En Julio, trataremos de enfrentar ese fantasma silencioso, que muchas veces afecta nuestro trabajo pastoral, y que se va colando de a poco entre nuestras actividades, con el fin de hacernos claudicar: la falta de constancia.

¡Hasta el próximo mes, y que Dios nos bendiga!